top of page

Ruta 40 KM 0: Una tarde entre historias pioneras, naufragios, buscadores de oro y pingüinos de Magallanes

  • Foto del escritor: Santa Cruz Nuestro Lugar
    Santa Cruz Nuestro Lugar
  • 24 mar
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: hace 3 días

Se trata de una propuesta de Lelemen, nuevo operador turístico riogalleguense que ofrece un novedoso servicio que integra la naturaleza y el espíritu aventurero de la Patagonia austral, en un recorrido entre la capital provincial y el faro de Cabo Vírgenes con el valor agregado del conocimiento del guía de turismo y la visita a la Ea. Monte Dinero.



Muchas veces escuchamos que en Río Gallegos no hay nada para hacer y si bien durante muchos años relativamente fue así, en el último tiempo el turismo en nuestra ciudad capital ha cobrado cierto impulso, tal es así que una nueva propuesta se presenta en sociedad: FULL DAY CABO VIRGENES.


En primera persona relataré la experiencia de tener la suerte de ser parte de la excursión organizada y guiada por Pablo Godoy y Sebastián Alvarado, luego de la explicación sobre el recorrido en las instalaciones de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Río Gallegos, ya en el camino el guía apasionado por las aves fue dando detalles históricos desde los primeros hombres en este territorio, la llegada y afincamiento de antiguos pobladores, sus herederos, el ganado y hasta el nombre de cada cerro.

En ese relato, Sebastián cuenta que en el cerro Don Bosco, uno de los tantos que irrumpen en la extensión de nuestra geografía austral signada por vegetación achaparrada y volcanes inactivos, hallaron chenques, tumbas originarias que datan de tiempos previos a la llegada de Colón. Cruzan el ripio por el cual nos dirigimos choiques, guanacos, liebres, algún que otro zorro gris y también ovejas. Como dato de color el guía en su vasto conocimiento comenta la diferencia entre las razas ovinas y como diferenciarlas así como el periodo de gestación de la guanaca, once meses para parir una sola cría.


Llegamos a la estancia Monte Dinero, donde Carolina nos espera junto a su hijo Kevin, cinco generaciones atrás sus familiares llegaron y se quedaron en este inhóspito territorio desarrollando la actividad ganadera, en “La Casa Grande” al palo ya se dora un cordero, a cargo del domador de caballos. Un porteño que hace poco más de cinco meses está en la finca: “Todos quieren trabajar acá porque los patrones son uno más en cada tarea de la estancia” me dice cuando me arrimo al fogón no para opinar sabiendo que eso está prohibido sino para tomar una que otra foto que será envidia de quien la vea.


La “patrona” nos cuenta historias de sus familiares desde el siglo XIX a la fecha, cada objeto de esa casa restaurada que data de 1880 tiene una historia detrás, nos señala la base de bronce de una mesa recuperada de un naufragio hace más de cien años: antes del Canal de Panamá, el Estrecho de Magallanes era el paso obligado para conectar los océanos Atlántico y Pacifico y porque no el mundo también.


Recorremos no solo la antigua morada de su familia que hoy es parte del museo y restaurante sino también las instalaciones que construyeron ya enfocados en la actividad turística, Carolina nos comenta que en el año 1995 al caer la ganadería, Monte Dinero comenzó a posar sus ojos en el turismo. Hoy su establecimiento da cuenta de distintas comodidades para los visitantes, muchos llegados de paso al KM 0 de la mítica Ruta Nacional N°40.


Ya en la gran mesa de madera que ocupa el centro del recinto, nos espera de entrada focaccia, pan casero y empanadas, es la previa del cordero al palo que sirve Kevin junto a una colaboradora de la estancia, comemos a más no poder dejando un poco de espacio para el postre: chessecake de frutilla. De sobremesa una que otra historia y las fotos que ya están en las redes sociales gracias al WIFI que también se brinda en el lugar.


Volvemos al ripio ya camino a la Reserva Natural Cabo Vírgenes, pingüinera continental más austral del planeta y segunda en cantidad de ejemplares del país. En el sendero, hacia donde se pose la vista observamos pingüinos de Magallanes, Sebastián nos da cuenta generalidades sobre la especie, como reconocerlos, sus costumbres y la migración de algunos que llegan hasta el sur de Brasil.


Llegamos al mirador que da de frente a la inmensidad del mar, el frío del viento austral se hace sentir mientras ejemplares que ya están en la última etapa de muda se acercan a tierra firme, el blanco del plumaje contrasta con los colores oscuros de las matas mientras ya nos aprestamos a ir al faro para concluir la excursión.


El cartel repleto de calcomanías de todo tipo de tamaño, color y origen apenas deja leer “AQUÍ COMIENZA LA RUTA NACIONAL 40”, la postal es clásica, pues la extensión del camino que nos une con La Quiaca a 5.080 km hace las veces de columna vertebral de la Argentina según reflexiona Pablo. Subimos hacia el faro de Cabo Vírgenes y él nos aporta como dato de color que el mismo fue construido por la misma empresa que erigió la Torre Eiffel en Francia, la baliza se observa 40 kilómetros mar adentro.

A pocos metros, en el museo administrado por la Armada Argentina, además de la gran historia naval del país, pertenencias del ermitaño Conrado Anselborn, un entrerriano que supo ser reconocido por buscar oro durante años en las costas de Cabo Vírgenes y que como otros buscadores de la región no logró del todo su cometido, viviendo sus últimos años de una pensión provincial decidió acabar con su vida de un escopetazo según señalan los diarios del año 1992.


Antes de emprender el regreso, pasamos por la confitería “Al Fin y Al Cabo”, propiedad de Monte Dinero, dispuesta para ser el último bastión de hospitalidad de la estancia, incluso a los pies del histórico faro.


La vuelta es larga, los 134km que nos separan de Río Gallegos llevan a reflexionar, invitan al pensamiento como entre la actividad petrolera y gasífera también presente en la región, busca impulsarse el turismo con una oferta que aunque pueda “rascarle” una tarde a un visitante ya es un paso adelante. Para nosotros los de acá, los nacidos y criados y venidos y quedados como nos reconocemos por las siglas NyC y VyQ, la experiencia enriquecedora de una propuesta que además de conocer, educa: Porque en definitiva, solo se ama lo que se conoce y conocer nuestra historia, nuestros paisajes y nuestra gente es el primer paso para valorarlos y proyectarnos hacia el futuro.

Por David Catrihuala



Comments


bottom of page