Con esa pregunta me invita a reflexionar un joven compatriota que en la cercanía virtual de las redes sociales encuentra en mí una fuente de consulta sobre tan sensible cuestión: el trabajo que merece, el futuro que no halla y la búsqueda de superarse.
Poco más de las doce de la noche, suena el tímido sonido con el que configuré el WhatsApp, estoy con dos amigos compartiendo una charla sensible y no le doy mayor importancia al celular.
Ya a las 6 de la mañana, suena la alarma después de dormir cerca de las 5 horas diarias y mientras tomo mate y planificó el día recuerdo el mensaje así que lo leo. No es un numero agendado, ni siquiera es una característica que conozca, en la foto en miniatura se ve a un muchacho joven. En su mensaje me pregunta por “Río Gallego”, me cuenta que es oriundo de una provincia del norte del país y que está desde enero en una capital patagónica a la que llegó buscando un futuro mejor que por el momento no se le está dando.
“En unos días si Dios quiere estoy Río Gallego buscando trabajo, tengo muchas ganas de trabajar y superarme día a día” me dice y aunque no es un tipo de mensaje que no haya leído y respondido anteriormente, leer el término “superarme” me obliga a la reflexión.
La superación habla de una dificultad, de sobreponerse a una situación compleja, de sobrepasar un obstáculo, de llevarse puesto un contexto que no es favorable, algo que le es esquivo al muchacho en su lugar, también en otra ciudad y que busca en esta que alguna vez fue una tierra de oportunidades y ya no es tal.
No es él quien no lo logra, son las condiciones que atraviesan nuestra realidad las que le niegan la dignidad de un trabajo y el abrazo cálido de un futuro mejor.
Son poco más de las diez de la noche, agarro coraje para darle las malas noticias. Pienso seguido en que nos pasó para ya no ser esa tierra de oportunidades que fuimos hasta hace no tanto tiempo, en esos que odian vivir acá y que no ven la hora de irse aun cuando acá consiguieron lo que en otros lados se les negó y en aquellos que, aunque lo merezcan y carguen con una mochila repleta de sueños por conquistar difícilmente puedan. ¡Que injusto!
Le respondo que por estos lados, la realidad no es muy diferente a la del resto del país, que veníamos de poca oferta laboral y hoy es casi nula, que lo que sí hay a veces “son changas y no bien remuneradas”, de esas que el patrón por monedas cree ser dueño del sacrificio en el lomo ajeno. Le soy sincero y le digo que en mis 38 años nunca vi una Río Gallegos tan difícil, no pasa una hora después de mi mensaje que vuelve a sonar el celular, seguramente estaba esperando mi respuesta, agradece y me dice “la verdad espero que pronto esto se solucione” despidiéndose.
Mientras termino estas líneas, afuera en mi patio flamea nuestra bandera la danza frenética del viento de otoño, caen las hojas amarillas sobre el verde pasto crecido en un cielo que poco a poco se va tiñendo de tonos dorados, con eso en cada rincón santacruceño se encontrará seguramente el muchacho Rafael al llegar con solo sueños y esperanza. Con eso y con la certeza de que las oportunidades que a propios y extraños hoy le faltan, son los privilegios que a unos pocos le sobran…
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