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Foto del escritorSanta Cruz Nuestro Lugar

¿Por qué ya no bailamos como antes?

Desde tiempos inmemoriales en nuestras comunidades existen templos del movimiento llamados boliches o discotecas presididos por el ministerio de un DJ. Y esto, ¿por qué? Porque el ser humano, entre tantas otras cosas, necesita moverse a un ritmo determinado.

En virtud de esto es que este pasado viernes asistí a un pub en Alberdi 344, a una fiesta denominada "Patagonia Night". La cosa es que cuando presenté mí credencial de cronista de "Santa Cruz nuestro lugar" pude sentarme a la barra y pedir mí vaso con agua y limón (¡un Rock and Roll bárbaro de quien suscribe!). Desde donde estaba, pude apreciar un lamentable síntoma colectivo entre la juventud: no bailaban. O, al menos, no con el desenfreno de mis años de juventud (los '90). Lo que inmediatamente hizo virar mí observación hacia el plano científico. Es decir, los pibes que allí estaban no eran conscientes de que el cansancio es algo que surge de la quietud.




 

El cuerpo humano es una máquina que depende de la energía, la cual se genera a nivel celular. Dentro de cada célula, en una estructura llamada mitocondria, se produce una molécula vital conocida como ATP (trifosfato de adenosina). El ATP está compuesto por adenosina, un aminoácido derivado de las proteínas; ribosa, un tipo de azúcar que proporciona energía; y tres grupos de fosfato. Cuando las células requieren energía, el ATP libera uno de sus fosfatos, transformándose en ADP (difosfato de adenosina). Así, este "cartucho gastado" de ADP debe retornar a la célula para ser recargado con otro fosfato y regenerar ATP.




 

La falta de movimiento puede provocar que el cuerpo disminuya su metabolismo y pierda el ritmo de producción de energía. Por ello, es crucial mantenerse activo para preservar la salud y evitar el agotamiento. Comparto esto porque he experimentado personalmente un mayor cansancio al permanecer inmóvil.

 

Viendo esto en este templo saturado de jóvenes de poca fe, es que aboné mi consumición y salí a la fría noche de Río Gallegos. Como apóstol del movimiento, desestimé tomar un taxi en Kirchner y Vélez Sarsfield, y caminé a casa. Cuando llegué, antes de meterme al sobre y como una suerte de justicia poética, activé el Bluetooth de mí celular, me puse los auriculares, busqué en mí Spotify "Fanky" de Charly García, para bailar apenas un poco. En este punto de cierre, puede el lector sospechar que, al final, no dormí un joraca y me quedé danzando toda la noche en calzoncillos y crocs.

Por @_fernandocabrera



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