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Foto del escritorFernando Cabrera

Las paradojas del New Age: entre la Espiritualidad y la construcción de la Mente

En la búsqueda de la espiritualidad, la era moderna ha sido testigo del surgimiento de un movimiento que promete paz y entendimiento interior: el New Age. Sin embargo, este movimiento, con su amalgama de prácticas y creencias, enfrenta una contradicción inherente cuando se lo examina a través del lente de la filosofía zen y su concepto de "hacer mente".

El zen, con sus raíces en la tradición budista, enseña la importancia de vaciar la mente, de liberarse de las construcciones y percepciones que nos alejan de la realidad tal como es. En contraste, el New Age, a menudo sin querer, promueve una serie de prácticas que, paradójicamente, refuerzan la construcción de la mente. Desde la cristaloterapia hasta la astrología, pasando por la canalización de entidades espirituales, el New Age ofrece un sinfín de métodos para alcanzar la iluminación y la armonía.




 

Pero, ¿no es acaso esta proliferación de técnicas y herramientas una forma de "hacer mente"? ¿No estamos, al adherirnos a estas prácticas, construyendo una nueva realidad que se interpone entre nosotros y la experiencia directa del ser? El zen nos invita a despojarnos de estas capas, a encontrarnos con la simplicidad del momento presente, sin adornos ni intermediarios.

 

La ironía del New Age radica en su tendencia a comercializar la espiritualidad, a convertirla en un producto más del consumismo moderno. Se nos venden piedras, inciensos, cursos y seminarios como llaves hacia un reino espiritual, pero en el proceso, se nos aleja del núcleo de la práctica zen: la no-construcción, la no-dualidad, la no-mente.




 

Este artículo no busca desacreditar las prácticas del New Age, sino más bien invitar a la reflexión sobre cómo estas pueden coexistir con la filosofía zen sin caer en la contradicción. ¿Es posible integrar elementos del New Age en nuestra práctica espiritual sin que se conviertan en meras construcciones mentales? ¿Podemos disfrutar de la belleza de un cristal o de la sabiduría de un horóscopo sin que estos se conviertan en obstáculos en nuestro camino hacia la iluminación?

 

La respuesta puede estar en la intención y la conciencia con la que abordamos estas herramientas. Si somos capaces de utilizarlas sin apegarnos a ellas, sin permitir que definan nuestra realidad, entonces tal vez podamos encontrar un equilibrio entre la riqueza simbólica del New Age y la profunda simplicidad del zen.

 

En última instancia, la espiritualidad es un viaje personal e intransferible. Cada individuo debe encontrar su propio camino, ya sea a través de las antiguas enseñanzas del zen o de las modernas propuestas del New Age. Lo importante es recordar que, más allá de las prácticas que adoptemos, la verdadera transformación ocurre en el silencio de una mente que se ha liberado de sus propias construcciones.

 

En vez de una conclusión a este polémico tópico, desde mi lugar de  humilde redactor, he de confesar a los queridos seguidores de "Santa Cruz nuestro lugar" que soy de los que siempre saludo al sol y después salgo a cagarme a palos con el mundo.



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