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Foto del escritorSanta Cruz Nuestro Lugar

Las etiquetas y la gente que ya no sabe ni cómo chucha autodefinirse

En la era de la información y la autoexpresión, las etiquetas se han multiplicado como ese enjambre de moscas que anualmente nos invade a los riogalleguenses cerca de fin de año. Cada día, emergen nuevas palabras para describir identidades, orientaciones y experiencias humanas. "Demisexual", "neurodivergente", "panromántico", "cisgénero", "gray-a" (asexualidad gris), y la lista sigue. ¿Pero qué sucede cuando estas etiquetas, en lugar de aclarar, nos sumergen en un laberinto de complejidad?

Las etiquetas son como las notas al pie de página de nuestra existencia. Nos ayudan a clasificar, a encontrar comunidad y a comunicar nuestras experiencias. Pero también pueden ser trampas de autodiscriminación. Cuando nos etiquetamos, nos definimos. Y cuando nos definimos, nos limitamos. ¿Cómo puede alguien ser simplemente "demisexual" o "neurodivergente" cuando la vida es un caleidoscopio de matices?

 

En nuestro afán por comprendernos a nosotros mismos, nos enredamos en una paradoja. Cuantas más etiquetas acumulamos, menos claridad tenemos ¿Soy "introvertido", "INFJ", "HSP" (persona altamente sensible) o simplemente un ser humano que a veces necesita soledad? ¿Por qué necesitamos etiquetas para explicar lo inexplicable?

 

Las etiquetas actuales son como fractales: se despliegan en patrones cada vez más intrincados. ¿Sos "demisexual" o "demisexual aromántico"? ¿"Neurodivergente" o "neurodivergente con ansiedad social"? ¿Y qué pasa si sos "neurodivergente" en un martes soleado y "neurotípico" en un viernes de aguanieve por la ventana mientras suena la deprimente LU14 de fondo?

  

En este laberinto de etiquetas boludas, a menudo olvidamos que somos más que palabras. Somos contradicciones, paradojas y momentos inefables. Quizás la verdadera autoexplicación no reside en las etiquetas, sino en la búsqueda constante de autenticidad. En el silencio de una mirada, en el temblor de una risa, en el calor de un abrazo. Pero no, estamos todo el tiempo persiguiendo catalogaciones para pegarnosla en la frente y quedar listos para el consumo como cualquier producto de La Anónima.

Por @_fernandocabrera


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