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Foto del escritorSanta Cruz Nuestro Lugar

La retórica del odio: Un análisis sobre las consecuencias de la violencia política en Argentina

En un reciente discurso, el presidente de la nación expresó su deseo de "meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina adentro". Esta dizque metáfora (¡Pronunciada en plena democracia!), lejos de ser una simple figura, contiene una retórica que refleja e intensifica un ciclo de violencia política, llamando a interminables espirales de odio y sufrimiento.

Desde una perspectiva sociológica, la violencia verbal y simbólica en el discurso político tiene un impacto profundo en la sociedad. Las palabras del presidente no solo polarizan a la población, sino que también legitiman la violencia como una herramienta política. La historia nos enseña que la violencia engendra más violencia, afectando a un número creciente de personas y justificando acciones que antes eran inaceptables. En lugar de buscar un horizonte de paz y resolución, el conflicto se enquista, dejando tras de sí un rastro de dolor y pérdidas humanas.


Psicológicamente, la retórica violenta puede tener efectos devastadores en la salud mental de la población. El uso de metáforas agresivas y deshumanizantes puede desensibilizar a las personas, haciéndolas más propensas a ver en la violencia una herramienta.


Desde un punto de vista semiótico, las metáforas utilizadas en el discurso político no son inocuas. Las imágenes de clavos y ataúdes evocan muerte y finalización, sugiriendo que la única solución es la eliminación del adversario. Este tipo de lenguaje no solo deshumaniza al oponente, sino que también reduce las posibilidades de diálogo y reconciliación.


Todas las personas que habitamos este país estamos en riesgo. Es fundamental reconocer la irresponsabilidad de fomentar dinámicas violentas, ya que sus consecuencias son impredecibles y devastadoras. Por el bien común, es urgente que esto pare. La violencia, en cualquiera de sus formas, no debe tener cabida en nuestra sociedad. Debemos abogar por un discurso que promueva la paz, el respeto y la convivencia pacífica.


Sobre el final de esta humilde columna, es preciso remarcar que es responsabilidad de todos, y especialmente de nuestros líderes, promover un discurso que busque la unidad y la paz que tanto necesitamos.

Por @_fernandocabrera

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