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  • Foto del escritorSanta Cruz Nuestro Lugar

La naturalización del abuso sexual contra las infancias: un flagelo sin fronteras

Por estas horas se presenta como una fuerte “polémica” en la opinión pública el registro fílmico de una ceremonia en India en la que el Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano pide a un niño que lo bese en la boca y “chupe” su lengua. Un hombre de 87 años, premio Nobel de la Paz, maestro excepcional y máximo líder de la religión de la cual es adepto el niño de no más de 10 años. ¿En serio polémica?

Debido a la indignación que se generó en las redes y los distintos mensajes condenando la situación y cuestionando al octogenario Tenzin Gyatzo, la cuenta verificada del Dalai Lama en Twitter lanzó un comunicado; "Su santidad suele bromear con la gente que conoce de forma inocente y juguetona, incluso en público y ante las cámaras. Lamenta este incidente” y añade “Su santidad desea pedir disculpas al niño y a su familia, así como a sus muchos amigos de todo el mundo, por cualquier dolor que sus palabras hayan podido causar".


Un texto que se presenta como “pedido de disculpas” que sin la condena en redes sin lugar a dudas no se habría llevado a cabo, más allá de esto navegando por los principales portales de noticias que abordaron el tema se habla de “polémica” por la situación.


Cabe aclarar que una polémica es una discusión o debate sobre un tema controvertido, en el que hay diferentes puntos de vista, opiniones y posturas enfrentadas y en este punto, de más está decir que el contacto físico sexual o inapropiado con un niño que tiene un impacto duradero y dañino en su desarrollo y bienestar emocional, y a su vez puede llevar a problemas de salud mental a futuro, como trastornos de ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático, entre otros según indican distintos especialistas, estudios e informes en la materia; no es bajo ningún punto de vista una polémica.


Hablar de “polémica” ante lo evidente es naturalizar o minimizar el abuso sexual y es peligroso porque puede llevar a una falta de conciencia sobre la gravedad del problema, lo que puede impedir que se tomen medidas para prevenir el abuso sexual y para proteger a las infancias.


Por otro lado, también puede haber un impacto negativo en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de abuso, ya que puede hacer que se sientan culpables o avergonzados de lo sucedido, menos dispuestos a hablar sobre lo que les ha pasado y a buscar ayuda.


Es fundamental que como sociedad no naturalicemos ni minimicemos el abuso sexual contra las infancias…

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