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  • Foto del escritorFernando Cabrera

La justicia santacruceña a través de la lupa de Dostoyevski

En la intersección de Kirchner y San Martín, corazón pulsante de nuestra ciudad, se erigió hoy un escenario de reclamo y memoria. Un colectivo de familias de víctimas sin justicia, portadores de pancartas, se congregó en lo que los riogalleguenses llamamos con orgullo el izamiento dominical, aguardando ser escuchados. Según se sabe, mañana, el ministro de gobierno, Pedro Luxen, les abrirá las puertas, ofreciendo un atisbo de atención gubernamental a sus súplicas largamente ignoradas.

Observando la escena, mi mente evocó la obra cumbre de Fedor Dostoyevski, "Crimen y Castigo", un espejo literario que refleja las complejidades de la justicia y la ética. La novela, escrita hace más de un siglo, sigue vigente con su indagación sobre la moralidad y la ley, temas que hoy reverberan en el clamor de estas familias.




 

Raskólnikov, el protagonista de Dostoyevski, encarna el dilema ético al renunciar a su moral religiosa y sumirse en un abismo de culpa y justificación. Su conflicto interno siempre me mostró un paralelo perturbador con la lucha de los santacruceños por una justicia que a menudo parece distante y desapegada de la ética personal.

 

La justicia, ese ideal que todos buscamos, debe estar arraigada en una ética que trascienda las leyes escritas. No es suficiente con adherirse a un código impuesto; se requiere una introspección profunda y un compromiso ético personal para alcanzar una equidad genuina.




 

En la Argentina y en nuestra provincia, la justicia debe ser el reflejo de una ética vivida, un diálogo constante entre lo individual y lo colectivo, entre lo correcto y lo incorrecto. Solo así, la ética dejará de ser un mero concepto literario para convertirse en una realidad tangible en cada decisión y acción.

 

Mañana, cuando Luxen se enfrente a estos familiares, deberá reconocer que la justicia no solo se mide por las decisiones tomadas, sino también por la capacidad de reflexionar y actuar con una forma que se sostenga por sí misma. La justicia se convierte así en un acto de libertad, una elección consciente de vivir éticamente, inspirados por la literatura, pero anclados en la realidad de nuestra existencia.




 

La reunión de mañana no es solo un encuentro entre un ministro y ciudadanos desamparados; es un momento crucial para que Luxen demuestre que la justicia y la ética pueden converger, que el gobierno puede comprender y actuar en consonancia con los valores éticos que la sociedad demanda. Es una oportunidad para que la justicia santacruceña, al igual que Raskólnikov, busque su redención, no solo a través del castigo, sino también a través de la comprensión y el reconocimiento de la responsabilidad compartida en la búsqueda de la verdad y la equidad.

Por @_fernandocabrera



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