Con más de cien años a cuestas, la vivienda que en sus años esplendorosos fue un icono del progreso en Río Gallegos y aún hoy es una postal nostálgica que con los años fue mutando, atraviesa sus peores días y el riesgo de perderla para siempre dice presente.
La vivienda qué, aunque no es posible precisar una fecha de construcción certera, se estima es centenaria, da muestras del paso del tiempo, de décadas de vientos, heladas y nevadas, de historias de las que solo quien estuvo puede contar y del recuerdo cálido de quien abraza la nostalgia pero también del vandalismo estúpido de aquellos que incomprensiblemente sienten placer en destruir por el solo hecho de hacerlo.
En Alcorta al 500, a solos dos cuadras de la Casa de Gobierno y del Balcón de Roca y a apenas unos metros de la Casa Histórica Gregores, la vivienda que supo ser de Don Jorge “Sopa” Alikakis, sargento de la Policía del Territorio Nacional de Santa Cruz y de su familia, atraviesa momentos críticos pero aún permanece en pie negándose a sucumbir.
Años atrás vivía sin luz ni gas su hija, Florencia, querida enfermera de profesión del Hospital Regional Río Gallegos, pero hace ya un tiempo la vivienda quedó deshabitada de personas: solo gatos y olvido permanecen bajo esas paredes de madera de la que ya no se consigue; el predio de grandes proporciones que da fe de aquellos años en que la necesidad de poblar el espacio era fundamental hoy por hoy no es más que una postal prácticamente terrorífica que esconde la belleza arquitectónica de la vivienda pero también de la importancia del patrimonio histórico y cultural.
Continúo caminando por la cuadra, recordando los años de la infancia en que esa era para mí y mis amigos “La Casa de la Bruja”, oscura y con olor a carbón, en épocas en las que preferíamos cruzar la vereda que pasar por el barro que a diferencia de esos días, hoy además tiene autos como un estacionamiento público -y gratuito- de los mejores ubicados de la ciudad.
La Casa de Alikakis, es un emblema del Río Gallegos que ya no existe, de las costumbres que fuimos perdiendo, del orgullo que ya no sentimos, es eso y mucho más, es como otras de las viviendas en estas cuadras, el testimonio de hombres y mujeres como el Teniente de Navío Juan Manuel Gregores que supieron que en estos lugares también había que forjar la Patria y poblar estas tierras inhóspitas siempre.
Cruzo la calle pensando en que ojalá estas líneas lleguen a quien tenga la posibilidad de salvaguardar no la vivienda que supo ser de “Sopa” y su familia, sino un emblema aun en pie del patrimonio histórico, arquitectónico y cultural de nuestro lugar.
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