El cansancio crónico afecta las facultades mentales y, a su vez, estas afectan la vida personal y laboral.
Los diagnósticos de cansancio crónico aumentan cada día. La encefalomielitis miálgica o el síndrome de fatiga crónica es una de esas enfermedades con más incógnitas que respuestas, una condición sistémica y debilitante que acaba con nuestros recursos personales, que merma nuestra salud. Su influencia es tan poderosa que puede llegar a consumir toda nuestra motivación y a aislarnos de casi todo, incluidas las personas que más queremos.
Dicen aquellos que padecen el síndrome de fatiga crónica que el nombre elegido para designar esta realidad -tan compleja- no podía ser más simplista y poco acertado. Es algo más que cansancio, es una fatiga que aplasta e inmoviliza, aún más, esta condición va mucho más allá del mero agotamiento, porque el sistema inmunitario se debilita, hay pérdidas de memoria, hipotensión, irritabilidad…
Asimismo, otro aspecto que señalan los pacientes que la sufren es que se sienten muy olvidados por la comunidad médica, y en general por la científica. La indefensión por no “sentirse bien”, por no hallar tratamientos adecuados ni fuerzas para llevar a cabo las actividades cotidianas con energía y optimismo consume aún más a la persona en todos los sentidos, en especial en el psicológico.
A día de hoy tampoco sabemos con claridad qué origina el cansancio crónico. De ahí, que muchos lo consideren ya como un “estigma”, eso que nos hace menos productivos en el trabajo, eso que nos obliga a coger bajas de forma regular o a no disfrutar con tanto entusiasmo de nuestras relaciones personales o del tiempo de ocio…
Cansancio crónico, ¿qué es exactamente?
Hay cansancios y cansancios. Por ejemplo, todos sabemos lo que es caer rendidos en el sofá tras un día de trabajo o tras hacer un gran esfuerzo físico. Nos basta un buen baño y unas horas de adecuado descanso para recuperarnos, para volver a estar en plena forma. Ahora bien, hay personas que ya se levantan agotadas, personas a las que no les sirve de nada que pasen los días y las noches porque su agotamiento no se desvanece y porque al propio cansancio se le añade otras sintomatologías.
Son las siguientes:
Falta de energía.
Sensación de que el cuerpo y las extremidades pesan muchísimo.
La persona empieza a sufrir más resfriados o infecciones de lo habitual: su sistema inmunitario se ha debilitado.
Falta de motivación.
Problemas de concentración y pequeños fallos de memoria.
Apatía y mal humor.
Falta de deseo sexual.
Problemas para conseguir un descanso profundo y reparador.
Dolor muscular, dolores de garganta frecuentes, dolor articular, cefaleas…
Cuando se lleva a cabo cualquier tarea el esfuerzo percibido para realizarla nos parece extremo.
Suele aparecer con mayor frecuencia en mujeres de entre 40 y 50 años.
¿Por qué sufro cansancio crónico?
Esto es lo primero que se pregunta el paciente al que se le diagnostica Síndrome de Fatiga Crónica. ¿Por qué yo? ¿He hecho algo determinado para tener que sufrir esta enfermedad crónica? Bien, en primer lugar es necesario tener claro que a día de hoy no se conocen con exactitud las causas que originan este trastorno debilitante conocido también como encefalomielitis miálgica.
Los investigadores especulan con el hecho de que pueda tener un origen vírico y que ataque en primer lugar a nuestro sistema inmunitario, debilitándolo. No obstante, infecciones virales como las causadas por el virus de Epstein-Barr, el herpesvirus humano 6 o muchos otros no han mostrado relación alguna con este tipo de condición.
Algo que a día de hoy se tiene claro y se ha podido demostrar es que hay personas genéticamente predispuestas a desarrollar cansancio crónico.
Por otro lado, algo que se suele comentar a menudo es que puede relacionarse con el estrés o incluso con algunos tipos de depresión. Sin embargo, lo más curioso de esto es que cuando las personas reciben tratamiento y logran gestionar sus estados de estrés o incluso superar su depresión, el cansancio crónico sigue sin desaparecer.
Asimismo, aun sin tener claro qué origina esta enfermedad, es común que se pasen épocas donde esta fatiga remita o desaparezca por completo sin saber muy bien la razón. Sin embargo, al cabo de las semanas o meses vuelve a aparecer.
¿Hay tratamiento para el cansancio crónico?
Algo que advierten tanto los propios pacientes como los expertos en el tema, es que a menudo se cometen errores de diagnóstico. A veces, el cansancio crónico es el síntoma de otra enfermedad psicológica, como el trastorno bipolar. Otras veces, determinados fármacos tienen como efecto secundario este estado físico y mental debilitante.
Hay que tener en cuenta muchos factores para dar un adecuado diagnóstico, como el hecho de padecer más de 6 meses consecutivos este estado de agotamiento extremo acompañado de insomnio, dolores musculares y apatía.
Una vez el paciente recibe el diagnóstico y quedan descartados otros trastornos o problemas, más que una estrategia farmacológica, se recomienda por encima de todo una mejora de la dieta.
Reducir la ingesta de alimentos que provocan inflamación y aumentar las dosis de magnesio y ácidos grasos omega 3 y 6 puede ser una estrategia muy positiva.
Asimismo, y puesto que estamos ante una condición médica crónica, el objetivo estará en mejorar en la medida de lo posible la calidad de vida del paciente.
Complementos terapéuticos como el Mindfulness, o terapias como la cognitivo-conductual, te ayudarán a encarar mejor el día a día.
Tratamiento Farmacológico
Según el Doctor Jorge Calderón (2017), entre los tratamientos farmacológicos encontramos:
Agentes triclíclicos en dosis reducidas. Mejoran el sueño y alivian el dolor. Suelen usarse la doxepina, amitriptilina y nortriptilina.
Antidepresivos. Se usan con aquellos pacientes que presenten también depresión. Incluso en aquellos en los que aún no la presenten se han visto beneficiados al no aparecer la depresión asociado a este síndrome. Suelen recetarse sertralina, paroxetina y fluoxetina.
Agentes ansiolíticos. Usados para tratar el pánico. Entre ellos encontramos el clonazepam y el alprazolam.
Antiinflamatorios no esteroideos. Su uso es sobre todo para el alivio del dolor. Los más utilizados suelen ser el ibuprofeno, piroxicam y naproxeno.
Por último, tanto contar con un buen grupo de apoyo con quien hablar y que haga de soporte en los momentos más complicados como probar otras estrategias, como el yoga, el baile, la natación o incluso la acupuntura pueden permitirnos recuperar la motivación y parte de esa energía que esta condición suele arrebatarnos de forma despiadada.
De La Mente es Maravillosa.
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