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Foto del escritorSanta Cruz Nuestro Lugar

Hablemos de dejar de fumar en primera persona, el “desafío imposible” que hacemos posible

Este artículo podría ser una “No noticia”, expresión que habla de hechos o circunstancias que difícilmente formen parte de la agenda mediática tradicional. En este caso un relato en primera persona luego de haber logrado aquello que parecía imposible: “dejar de fumar” después de más de 20 años, sin hablar desde la salud sino desde nosotros mismos como en una charla a 3 años del último cigarrillo.

“¿Dejaste de fumar? ¿Hace cuánto? ¿Y cómo?” es una pregunta que suele darse concatenada, los métodos para dejar el cigarrillo difieren tanto como el hecho de haber empezado a fumar. Desde la experiencia personal, así fue la mía.


Quienes estén pensando, en la duda o hayan dejado el cigarrillo hace muy poco tiempo quizás pueda interesarle esto. Así como desde las experiencias individuales nos apoyamos colectivamente, en estas líneas quiero contar como me funcionó a mí dejarlo después de más de 20 años.


Empecé de muy chico fumando a escondidas y ya antes de terminar el secundario fumaba abiertamente cuando el atado costaba poco más de un peso.



Cuando empezó la pandemia allá por marzo de 2020, yo había comenzado hace un par de meses un trabajo nuevo -más ansiedad, nerviosismo y autoexigencia- por ende, más cigarrillos por día, las restricciones de circulación comenzaron a ocasionar faltante de cigarrillos. Yo fumé siempre 43 70 cortos y esa escasez no alcanzaba a mi "selecta" marca -sólo los viejos fumaban eso-, hasta que un día pasó: recorrí 4 kioscos y no había por ningún lado. Por esos días en una charla abierta virtual escuché a un psicólogo (Zobian) hablar de que el aislamiento era una oportunidad para resignificar, me decidí a resignificar mi vicio, poner a prueba mi voluntad y creer en mí.



Me costó muchísimo algunas veces y menos otras, en contexto yo soy de los que fuman "automáticamente" en ocasiones y lo disfruta en otras; por ejemplo en la calle era una costumbre salir de casa con el cigarrillo en la mano, no fumar en el auto, sí en el trabajo cuando se podía antes de ambientes libres de humo, cuando pesco, en un asado y con vino mucho más, lo mismo con algún partido de esos definitorios de Copa Libertadores, después de la cena obligatoriamente, supongo que hasta ahí me entienden quienes fuman o han fumado, hay ciertos horarios y ocasiones que van de la mano con el vicio, "momentos".



Entendiendo esto, me decidí a ir corriendo esos "momentos" primero en el día a día desde lo cotidiano para prepararme para esas ocasiones de más "necesidad". Por ejemplo, después de la cena y antes de siquiera pensarlo, levantar la mesa y lavar los platos, repasar el piso y hacer algo más o mientras se pesca con la esperanza del “pique” buscar piedras blancas, de esas chiquitas e impecables y juntarlas para las macetas de suculentas, cuestiones que parecen superficiales pero que terminan llevando nuestra “ansiedad” y costumbre del hábito a otro momento, hasta que finalmente ya pasó.


Obviamente no es magia, ocupar el momento para retrasarlo depende mucho de nuestro convencimiento. Cuando se deja algo para más adelante para retrasarlo en general se debe a falta de ganas, esa falta de ganas en un momento alimenta la fuerza de voluntad; en mí así funcionó.



Un día sin humo es un logro, una semana también y así llega el mes y después el año, recaer no es una derrota sino una oportunidad para volver a lograrlo. Hoy creo que he ganado en salud y calidad de vida, desde el 30 de mayo de 2020 no he tocado un cigarrillo.


Espero que mi experiencia sirva, que los que crean que sirva compartan y que quienes comparten se animen y que quienes se animen lo logren. Hacia adelante siempre y bajar los brazos nunca.



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