Las técnicas tradicionales para construir un personaje literario se basan en la idea de que es un ser coherente, lógico y predecible, que se puede definir por una serie de rasgos fijos y que actúa según su objetivo y su estrategia. Sin embargo, esta idea no se corresponde con la realidad humana, que es compleja, contradictoria e imprevisible. Los seres humanos no somos meros productos de nuestra descripción, nuestro trasfondo y nuestro objetivo, sino que estamos sujetos a múltiples influencias, emociones, impulsos y cambios.
Por eso, las técnicas tradicionales pueden resultar obsoletas y contribuir a que el personaje salga acartonado, es decir, sin vida, sin profundidad y sin sorpresa.
Para evitar este problema, una forma más ágil de construirlo se basaría en la primordial idea de que es un ser vivo, dinámico e inesperado, que se puede descubrir por una serie de acciones y reacciones. Esta forma se apoya en la observación, la imaginación y la experimentación. En lugar de definir al personaje de antemano, se le deja actuar libremente en la historia y se le observa cómo reacciona ante los diferentes estímulos. En lugar de describirlo con palabras, se le muestra con imágenes y sensaciones. En lugar de establecer su objetivo con claridad, se le plantea un dilema o una pregunta que le obligue a tomar decisiones difíciles. De esta manera, se conseguiría crear un personaje más realista, más profundo y más sorprendente.
La creación de un personaje literario implica un proceso de imaginación, pero también de reflexión sobre la psicología humana. El autor debe dotarlo de una personalidad equis, de unos rasgos físicos y sociales que lo identifiquen, y de unas motivaciones y conflictos que lo muevan a actuar. Para ello, puede inspirarse en personas reales, en otros personajes ficticios o en sí mismo, pero también puede recurrir a las teorías psicoanalíticas de Freud, que le ofrecen una herramienta formidable para explorar el inconsciente del personaje y sus deseos reprimidos.
Freud, en su libro "Psicopatología de la vida cotidiana", analiza los fenómenos que revelan la presencia del inconsciente en la vida diaria, como los olvidos, los lapsus, los errores o las supersticiones. Estos fenómenos no son casuales ni insignificantes, sino que obedecen a una lógica interna que se relaciona con las experiencias pasadas, los conflictos emocionales y las pulsiones del sujeto. Freud sostiene que estos fenómenos son formaciones de compromiso entre la intención consciente y lo reprimido inconsciente, que busca expresarse de forma disfrazada.
El autor literario puede aprovechar estos fenómenos para construir su personaje y darle profundidad y complejidad. Por ejemplo, puede hacer que olvide el nombre de alguien que le importa o que le odia, que se equivoque al hablar o al escribir revelando sus verdaderos sentimientos o intenciones, que cometa errores que tengan consecuencias graves o cómicas, o que crea en supersticiones que le condicionen su conducta. Estos fenómenos pueden servir para caracterizarlo, para generar tensión o humor en la trama, o para provocar cambios o revelaciones en el desarrollo de la historia.
Así pues, la construcción del personaje literario puede beneficiarse de los conceptos de Freud en su libro Psicopatología de la vida cotidiana, ya que le permiten al autor acceder al inconsciente del personaje y mostrarlo al lector de forma sutil y verosímil. El personaje literario se convierte así en un ser humano complejo y contradictorio, capaz de sorprender y emocionar al lector.
La aplicación de las ideas freudianas a la construcción del personaje literario permite superar el determinismo geográfico, que sostiene que el entorno natural influye de forma decisiva en la personalidad y el comportamiento de los individuos. Esta teoría, que tuvo su auge en el siglo XIX con autores como Montesquieu o Taine, se basa en una visión simplista y reduccionista de la relación entre el hombre y la naturaleza. Según esta teoría, un personaje patagónico estaría aturdido por el viento o el frío, que le impedirían pensar con claridad y le haría actuar de forma impulsiva o violenta. Sin embargo, esta teoría ignora la complejidad y la diversidad de la psique humana, que no se puede explicar solo por el clima o el paisaje. Freud nos muestra que el personaje patagónico tiene un inconsciente que lo condiciona y lo sorprende, que tiene deseos y conflictos que lo impulsan a actuar, que tiene una historia y una cultura que lo identifican. El personaje patagónico no es sólo un producto del viento, sino un ser humano complejo y contradictorio.
En la poesía patagónica también
La poesía patagónica también ha estado marcada por el determinismo geográfico, que ha impuesto una visión estereotipada y limitada de la región y sus habitantes. Se ha caracterizado por una exaltación de la naturaleza salvaje y hostil, que se contrapone a la soledad y el desamparo del hombre. El viento, la nieve, el frío, la sequía, el desierto, son elementos recurrentes que configuran un paisaje desolado y opresivo, que condiciona la sensibilidad y la expresión del poeta. Sin embargo, esta poesía no refleja la riqueza y la diversidad de la realidad patagónica, que no se puede reducir a una imagen fija y homogénea. Puede beneficiarse de las ideas freudianas para explorar el inconsciente del poeta y sus deseos reprimidos, para mostrar su conflicto entre la identidad y la alteridad, para expresar su rebeldía y su resistencia ante el poder y la norma, para crear imágenes y metáforas que sorprendan y emocionen al lector. Puede ser así una poesía viva, dinámica e inesperada, que no se deje encerrar por el determinismo geográfico.
De la estrategia a la táctica narrativa
Para concluir con este tema y asimismo ser más puntual en estos conceptos orientados a construir un personaje literario basado en las invaluables claves de este libro de Freud, vale traer a colación algunos consejos u observaciones tales como:
- Explorar la historia personal del personaje, sus conflictos internos, sus represiones y sus deseos ocultos, y cómo estos influyen en su comportamiento cotidiano.
- Mostrar cómo el personaje comete actos fallidos, olvida nombres o palabras, se confunde al hablar o al escribir, o sufre accidentes aparentemente fortuitos, y cómo estos revelan aspectos de su personalidad, sus emociones, sus intenciones o sus relaciones con los demás.
- Crear situaciones en las que el personaje se vea confrontado con sus actos fallidos, y cómo reacciona ante ellos: si los reconoce, los niega, los justifica, los corrige o los ignora.
- Utilizar el análisis psicoanalítico como una herramienta para interpretar los actos fallidos del personaje, y para generar diálogos, conflictos o revelaciones entre los personajes.
- Jugar con el humor, la ironía o el suspenso al crear actos fallidos que tengan consecuencias cómicas, dramáticas o inesperadas para el personaje o para la trama.
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