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El síndrome de abstinencia del clonazepam: un infierno del que nadie habla

El clonazepam, conocido comercialmente como Rivotril, es un medicamento ampliamente utilizado para trastornos de ansiedad y convulsiones. Sin embargo, detrás de su "eficacia terapéutica" se esconde una realidad sombría: el síndrome de abstinencia que puede desencadenar su discontinuación.

El clonazepam pertenece a la familia de las benzodiazepinas, sustancias que actúan sobre el sistema nervioso central para producir un efecto sedante. Aunque son efectivas para el corto plazo, su uso prolongado puede llevar a una dependencia física y psicológica significativa. Los pacientes que consumen este fármaco durante largos periodos pueden hallarse en una trampa, donde la necesidad de la droga se convierte en una constante.


Cuando una persona decide dejar de tomar clonazepam, especialmente si lo hace de manera abrupta, puede enfrentar un conjunto de síntomas de abstinencia que son tanto físicos como mentales. Estos pueden incluir ansiedad intensa, irritabilidad, cambios de humor, insomnio, convulsiones y, en casos severos, pensamientos suicidas. La duración de los síntomas de abstinencia puede variar considerablemente. En algunos casos, pueden durar semanas, mientras que en otros pueden persistir durante meses o incluso años. Este interminable calvario de malestar puede hacer que la recuperación sea un proceso arduo y desalentador.

Para minimizar los riesgos asociados con la abstinencia, es crucial que los pacientes reduzcan la dosis de manera gradual bajo la supervisión de un profesional de la salud. Un plan de reducción cuidadosamente diseñado puede ayudar a mitigar la severidad de los síntomas y proporcionar un camino más seguro hacia la recuperación.


El síndrome de abstinencia del clonazepam es una red flag de los peligros que pueden acompañar el uso extendido de medicamentos psicotrópicos.


Ahora bien, hay otro tema del que el lector de "Santa Cruz nuestro lugar" no debe de hacer la vista gorda: en estos asuntos de la salud mental, el mercado medicinal tiene otra suerte de panacea: ¡"La Sertralina"! Es decir, la primera opción en tratamientos para la ansiedad y la depresión! Todo muy lindo pero, ¿qué chucha es la sertralina?

En palabras simples, es un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina. Este fármaco se utiliza para trastornos emocionales. En condiciones normales, sin el fármaco, la serotonina se reabsorbe y se elimina. Y la sertralina impide que esto ocurra, manteniéndola entre las neuronas por más tiempo, lo que mejora el estado de ánimo y reduce la ansiedad.


A diferencia de otros antidepresivos, la Sertralina actúa específicamente sobre la serotonina. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran el insomnio, la sequedad bucal, la disfunción sexual, las náuseas, y más. Por lo general, no produce dependencia ni adicción (¡Ponele!), y no es recomendable consumir alcohol durante el tratamiento. La sertralina permanece en el organismo aproximadamente entre veinticuatro y veintiséis horas, por lo que en muchos casos es necesario tomarla diariamente.


No soy ni psicólogo ni médico psiquiatra, pero al cabo de esta columna me pregunto -consciente de la infinidad de charlatanes matriculados que sobrevuelan un Río Gallegos sobrepoblado de pacientes depresivos y suicidios inducidos por la mala medicación- si acaso no es hora de que el síntoma sea tomado como una señal. Y, para ser más ilustrativo, diré: una señal semejante a cualquier lucecita del tablero del auto. Ya sea la amarilla que indica falta de aceite o la roja que advierte el sobrecalentamiento del motor, ambas alertan que algo tenemos que cambiar. Y en muchos casos un psicofármaco mal administrado puede inhibir la señal y hacer que la máquina colapse en cualquier instante.

En pocas palabras, el síntoma en sí mismo nos está diciendo a gritos que algo debemos cambiar, y lo más probable es que tenga que ver con nuestra manera de percibir el mundo y de vernos a nosotros mismos.


Para cerrar esta humilde columna que no busca otra cosa que arrojar luz sobre una problemática que afecta silenciosamente a muchas personas, no está de más decirte, amigo lector de "Santa Cruz nuestro lugar " que si estás pasando por una situación similar o conocés a alguien que lo esté, no dudés en buscar ayuda profesional porque no todos los matriculados son propensos a falopearte a la primera de cambio y ya hay nuevas perspectivas terapéuticas sobre este asunto. La recuperación es posible, y no tenés que enfrentarla solo.

Por @_fernandocabrera


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