En la provincia de Santa Cruz, un nuevo deporte ha capturado la atención y el entusiasmo de la comunidad local. Se trata del Kikobol, una disciplina innovadora creada por el profesor José Luis Luján.
"El Kikobol, que combina elementos del voley y de varios deportes tradicionales, se ha desarrollado en Río Gallegos con el apoyo constante del gremio de ADOSAC", explica el profesor Luján.
Más adelante y en cuanto a qué inspiró a crear esta nueva disciplina, reseña que "desde hace varios años venimos trabajando con los docentes afiliados a la ADOSAC, organizando encuentros y torneos que ya se han convertido en tradicionales. Hemos hecho torneos de fútbol, básquet, vóley, entre otras actividades para los docentes. En el año 2015 implementamos una escuelita de vóley para los docentes y notamos que muchos de ellos tenían dificultades para participar, ya que no estaban acostumbrados a la actividad física o a este tipo de deportes, y les costaba mucho jugar al vóley, que es un deporte muy técnico, y la pelota es dura, lo que presenta una serie de dificultades que no lo hacen tan fácil de jugar y disfrutar. Fue así como se nos ocurrió hacer algo diferente".
"En 2017 conseguimos unas pelotas tipo Kiko de cincuenta y cinco centímetros y las llevamos a los entrenamientos. Les propusimos a los docentes jugar con esas pelotas y con algunas reglas básicas, utilizando las mismas instalaciones y la misma formación en la cancha, con el mismo tipo de rotación, solo que el jugador de la posición número seis era el que sacaba. Al principio lo llamamos Voley Kiko porque se desprendía directamente del vóley, pero luego lo cambiamos a Kikobol. Por suerte, fue bien recibido desde el principio por todos los integrantes de los grupos que teníamos."
"En ese mismo año, 2017, realizamos un primer encuentro en el que participaron quince equipos. La misma actividad nos fue llevando a cambiar reglas, a modificar, a sacar algunas y a poner otras. A medida que avanzamos, se fueron perfeccionando en la actividad, y esto hizo que el juego fuera más entretenido también", recuerda.
Además del acompañamiento institucional de ADOSAC, el Kikobol ha recibido el respaldo de numerosos docentes y miembros de la comunidad, quienes se han sumado al proyecto con entusiasmo. "Siempre estuvimos abiertos a escuchar todas las opiniones para tratar de mejorarlo", comenta Luján, destacando la importancia de la colaboración y el feedback en el desarrollo del deporte.
En cuanto a las reglas principales del Kikobol, Luján explica que se diferencian del vóley tradicional en varios aspectos. "El saque se hace desde la posición seis, detrás de la línea de ataque, lo que permite un juego más fluido. Se puede golpear la pelota con una o dos manos, de arriba o de abajo, e incluso dejarla picar antes de golpearla", detalla. Además, cada vez que un equipo gana un punto, rota, pero nunca saca el mismo jugador consecutivamente, lo que fomenta una mayor participación de todos los jugadores.
Otra diferencia notable es que si un saque cae directamente en el campo contrario, ese tanto vale dos puntos. La red está colocada un poco más baja, a unos 2.30-2.35 metros, y cada equipo puede realizar hasta cinco toques con la pelota antes de pasarla al otro campo. "La pelota se puede golpear con cualquier parte del cuerpo y el espacio de paso entre campos está determinado por los parantes, sin varillas como en el vóley. Si la pelota golpea en la soga o en los cables de los tensores, sigue en juego", añade Luján.
Para evitar confusiones sobre si la pelota está dentro o fuera, se considera la proyección de la circunferencia de la pelota sobre la línea. "Puede picar afuera, pero si una parte de la circunferencia está sobre la línea, se considera adentro", aclara Luján.
El Kikobol se juega en dos categorías: femenina y mixta. En la categoría mixta, se permite hasta tres varones en cancha, siempre intercalados. Además, se juega con dos pelotas simultáneamente, lo que añade dinamismo al juego. "Cuando una pelota cae, se descarta y se sigue jugando con la otra hasta que se defina el punto", explica Luján.
Desde 2017, la participación en el Kikobol ha crecido significativamente. "En el último torneo se inscribieron 45 equipos, comenzamos con 15", comenta Luján, destacando el creciente interés en el deporte.
El Kikobol no solo ha fomentado la actividad física y el espíritu de equipo entre sus practicantes, sino que también ha fortalecido los lazos comunitarios. La participación activa de la comunidad ha sido clave para su éxito, demostrando que con apoyo y colaboración, es posible crear algo verdaderamente especial.
En cuanto a los beneficios sociales, Luján señala que el Kikobol, como toda actividad física, ayuda a liberar estrés, mejorar el ánimo y establecer vínculos con otras personas. "Se asumen valores como el respeto, la cooperación y la serenidad, todo en un ambiente armonioso y divertido", afirma.
El Kikobol también ha sido adoptado por profesores como un juego recreativo o deporte predeportivo del vóley, adaptándolo según la edad de los alumnos. Incluso se ha practicado en gimnasios municipales y otras localidades, incluyendo Punta Arenas en Chile.
"Al ver la buena aceptación que tuvo en todos lados y el crecimiento que iba teniendo, se me ocurrió que se podía convertir en un deporte alternativo", comenta Luján. Estos deportes se diferencian de los tradicionales por el tipo de material utilizado y su enfoque en la integración y la facilidad de juego. "Nos contactamos con el profesor Ricardo Acuña, presidente de la Confederación Argentina de Deportes Alternativos, y tuvimos la suerte de que fue aprobado e incorporado", concluye Luján.
Es importante destacar que, a diferencia de la Chueca (el juego del trineo sobre hielo, cuyo origen se disputa entre el sur de Chile y Santa Cruz), el Kikobol tiene un registro claro de haber sido inventado en Río Gallegos en 2017. Este hecho resalta aún más la relevancia y el orgullo local por este deporte.
Sobre el cierre de esta humilde columna, el lector de "Santa Cruz nuestro lugar" bien puede entrever que el Kikobol se ha convertido en un verdadero símbolo de innovación y unidad, gracias a la visión de José Luis Luján. Y lo mejor de todo es que esta nueva práctica promete seguir creciendo y dejando una huella duradera en la cultura santacruceña.
Por @_fernandocabrera
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