Entre 1935 y 1945, Río Gallegos fue sede de un consulado alemán en un contexto global marcado por la Segunda Guerra Mundial y la expansión del Tercer Reich.
Este consulado no solo cumplía funciones diplomáticas, sino que también se convirtió en un punto de encuentro para la comunidad germana local y un centro de actividades culturales y sociales.
Para los curiosos lectores de "Santa Cruz nuestro lugar", el registro fotográfico que presentamos en esta columna sitúa la sede consular en la entonces Calle Roca (casi San Martín), durante un desfile en 1942. Como se puede observar, la bandera nazi ondea junto a la legendaria farmacia del señor Ángel Banciella (hoy Patio Central). Así que cualquier riogalleguense que se precie sabrá que el punto exacto de esta sede era en lo que hoy es la entrada al casino. Y el vicecónsul de Alemania en Río Gallegos, al menos durante la década del '30 y principios de los '40, fue el Sr. Rodolfo Paarman.
La presencia del consulado alimentó diversas leyendas y mitos sobre la Patagonia, incluyendo historias acerca de supuestos desembarcos de submarinos alemanes y la posible presencia de Adolf Hitler en la región tras el fin de la guerra. Aunque muchas de estas narrativas carecen de pruebas concluyentes, forman parte del imaginario colectivo y de la historia local.
Como sea, el consulado alemán en Río Gallegos es un capítulo fascinante y oscuro de la historia de la ciudad, que muestra que los eventos globales bien pueden repercutir en nuestra comunidad local, dejando una huella duradera en la memoria histórica.
Por @_fernandocabrera
Para cerrar esta columnita, un último dato con el que el buen lector sabrá sacar sus propias conclusiones y cálculos históricos: el cónsul que desde Capital Federal estuvo a cargo durante gran parte de esa época fue Hans Langsdorff, conocido también por su papel como capitán del acorazado alemán Admiral Graf Spee. Langsdorff se trasladó a Buenos Aires después del hundimiento de su nave y continuó su carrera diplomática en Argentina.
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