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  • Foto del escritorSanta Cruz Nuestro Lugar

El ajedrez y el arte de la política

El ajedrez, ese antiguo juego de estrategia que ha intrigado al hombre durante más de 15 siglos, no solo es un pasatiempo, sino también una metáfora poderosa para comprender el arte de la política. Es por eso que quiero compartir con el lector de "Santa Cruz nuestro lugar" apenas tres datos curiosos sobre cómo este juego de mesa influía en la vida y el pensamiento de los reyes a la hora de ejercer su poder.

En principio, para muchos monarcas medievales, el ajedrez trascendía su mera condición de juego. Era una representación simbólica de la sociedad feudal y la estructura de poder. En el tablero, el rey no solo movía piezas, sino que personificaba su propio papel en el reino. Los peones representaban a los campesinos, los caballos a los caballeros y así sucesivamente. Esta visualización ayudaba a los reyes a reflexionar sobre sus responsabilidades y estrategias para gobernar.




 

En segundo término, los monarcas utilizaban el ajedrez como una herramienta para mejorar sus habilidades tácticas y diplomáticas. El juego requería pensar varios movimientos por adelantado y anticipar las acciones del oponente. Estas habilidades eran esenciales tanto en la diplomacia como en la guerra. A través de este juego, los reyes practicaban estas competencias en un entorno controlado, preparándose para los desafíos de sus mandatos.

 

Y en tercera instancia, más allá de las intrigas políticas, el ajedrez también ofrecía a los reyes un momento de desconexión. Durante sus apretadas agendas, el juego les permitía relajarse y ejercitar la mente. Al enfrentarse al tablero, los monarcas tomaban decisiones bajo presión, mejorando su capacidad para conducir con astucia.




 

Así como las piezas se mueven en el tablero, los líderes políticos también deben considerar sus movimientos cuidadosamente, anticipar las consecuencias y reflexionar sobre su papel en la sociedad. El ajedrez, en su complejidad, sigue siendo un espejo de las artes de gobierno.

 

Aunque sin irnos tan lejos en el tiempo, uno puede recordar a un José Luis Garrido, otrora presidente de la Asociación de Ajedrez de Río Gallegos y hoy devenido en un diputado nacional en permanente coqueteo con los caprichos neoliberales de Milei; y decir que definitivamente el ajedrez está sobrevalorado. O bien, conjeturar que alguien que trabajó para la concreción de la ley bases está más bien relacionado a el Sapo, el Tejo, o el Metegol.

Por @_fernandocabrera



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