Aún cuando el ecosistema político argentino es dislocado y por momentos inverosímil, resulta desconcertante observar cómo algunos hijos de la Educación Pública (egresados o no) terminan apoyando medidas que perjudican a las universidades que los formaron a sus padres, a ellos, y a sus hijos. Este fenómeno revela una profunda contradicción y pone de manifiesto lo que podría considerarse un analfabetismo político.
La adopción de ideologías neoliberales ha calado hondo en ciertos sectores de la sociedad. Individuos que han ascendido socialmente gracias a "lo público" pueden llegar a ver el gasto estatal como un obstáculo para el desarrollo económico, olvidando que su propia formación fue posible gracias a ese mismo gasto.
¡Y ojo! El ascenso social puede llevar a una desconexión con las necesidades de las clases trabajadoras y los sectores más vulnerables. Esta falta de empatía se traduce en una percepción distorsionada de la importancia de la educación pública, priorizando otros aspectos como la economía o la seguridad.
Las influencias de las redes sociales y los grupos de poder son determinantes en la formación de opiniones. Un hijo de la Educación Pública puede verse arrastrado por su entorno profesional, alineándose con intereses que promueven la austeridad y la reducción del gasto del estado.
Desde una perspectiva económica, algunos argumentan que vetar la ley es necesario para controlar el déficit fiscal y asegurar la estabilidad económica. Esta racionalización es atractiva, sí, pero sólo para esos forros que han logrado éxito económico y valoran la eficiencia fiscal por encima de todo.
En este sentido, la política argentina ( y ni hablar de la santacruceña) atraviesa hoy una crisis de representación, donde muchos ciudadanos sienten (aún habiendo votado a Milei) que sus intereses no están bien representados. Apoyar el veto puede ser una forma de expresar descontento con el sistema político y un deseo de cambio radical. Pero la verdad, hermano, que no la estás viendo.
La creencia en la meritocracia lleva a algunos a pensar que el éxito es resultado exclusivo del esfuerzo personal, minimizando el papel de las instituciones públicas. Esto genera la percepción de que la Educación Pública no necesita más recursos, ya que el éxito depende del esfuerzo individual.
Como sea, la paradoja de un hijo de la educación pública que apoya medidas en su contra refleja una serie de influencias y desconexiones que revelan un profundo analfabetismo político. Es crucial que estos individuos reconozcan la importancia de las instituciones que los formaron y trabajen para fortalecerlas, en lugar de debilitarlas.
Por @_fernandocabrera
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